Y CUANDO LLEGÓ LA 201ª NOCHE
Ella dijo:
"...un joven llamado Feliz-Bello, hijo de Primavera. Era dueño de una esclava muy hermosa, a la cual amaba, y que le amaba también, pues a ambos les habían criado juntos en la misma cuna, y se habían poseído desde los primeros tiempos de la pubertad. Y fueron dichosos años enteros, hasta que un día el tiempo se volvió contra ellos, arrebatándoles el uno al otro. Una vieja fué la que sirvió de instrumento de desgracia al destino feroz. Raptó a la esclava y se la entregó al gobernador de la ciudad, que se apresuró a enviársela como regalo al rey de aquel tiempo.
"Mas el hijo de Primavera, al saber la desaparición de la que amaba, no descansó hasta que la encontró en el propio palacio del rey, en medio del harem. Pero en el momento en que ambos se congratulaban de verse reunidos y derramaban lágrimas de alegría, el rey entró en la sala en que se encontraban, y les sorprendió juntos. Su furor llegó al colmo, y sin tratar de poner en claro el asunto, les mandó cortar la cabeza.
"Ahora bien -prosiguió Zahia como el sabio que escribió esta historia no da su parecer sobre el procedimiento, quisiera preguntarte, ¡oh Emir de los Creyentes! tu opinión acerca del acto del rey, y saber lo que habrías hecho en su lugar y en las mismas condiciones".
El Emir de los Creyentes, Abd El-Malek ben-Meruán, respondió sin vacilar: "Este rey debió haberse guardado de obrar con tanta precipitación, y mejor habría sido que perdonase a los dos jóvenes, por tres razones: la primera, porque ambos se querían de veras y desde mucho antes: la segunda, porque eran en aquel momento los huéspedes del rey, puesto que estaban en su palacio; y la tercera, porque un rey no debe proceder sino con prudencia y mesura. ¡Deduzco de todo esto que cometió un acto indigno de un buen rey!"
Al oír estas palabras, Sett Zahia se echó a los pies de su hermano, y exclamó: "¡Oh Príncipe de los Creyentes! ¡Sin saberlo, acabas de juzgarte a ti mismo en el acto que vas a realizar! ¡Te conjuro, por la sagrada memoria de nuestros antepasados y de nuestro augusto padre, el íntegro, a que seas equitativo en el caso que voy a someterte!"
Y el califa, sorprendidísimo, dijo a su hermana: "¡Puedes hablar con toda confianza! ¡Pero levántate!" Y la hermana del califa se levantó, y se volvió hacia los dos jóvenes, y les dijo:
"¡Poneos de pie!" Y se pusieron de pie. Y Sett Zahia dijo a su hermano: "¡Oh Emir de los Creyentes! esta esclava tan dulce y tan bella, que está cubierta con el velo, no es sino el joven Feliz-Bello, hijo de Primavera. ¡Y Feliz-Bella es la que se crió con él, y más adelante llegó a ser su esposa! Y su raptor no es otro que el gobernador de Kufa, llamado Ben-Yussef El-Thekafi. Ha mentido al decirte en su carta que había comprado la esclava por diez mil dinares. Te pido que le castigues, y perdones a estos dos jóvenes tan disculpables.
¡Otórgame su indulto, pensando en que son tus huéspedes y les resguarda tu sombra!"
A estas palabras de su hermana, el califa respondió: "¡Cierto que sí! ¡No tengo costumbre de desdecirme!"
Después se volvió hacia Feliz-Bella y le preguntó: "¡Oh Feliz-Bella! ¿Declaras que ése es tu esposo Feliz-Bello?" Ella contestó: "¡Tú lo has dicho, oh príncipe de los Creyentes!" Y el califa dijo:
"¡Os devuelvo el uno al otro!" Tras lo cual miró a Feliz-Bello, y le preguntó: "¿Puedes decirme siquiera cómo has podido penetrar aquí y enterarte de la estancia de Feliz-Bella en mi palacio?"
Feliz-Bello contestó: "¡Oh Emir de los Creyentes! ¡Concede a tu esclavo algunos momentos de atención, y te contará toda su historia!" Y en seguida puso al califa al corriente de toda la aventura, sin omitir ni un detalle, desde el principio hasta el fin.
El califa quedó en extremo asombrado, y quiso ver al médico de Persia que había ejercido una intervención tan prodigiosa, y le nombró médico de palacio en Damasco, y le colmó de honores y consideraciones. Después albergó a Feliz-Bello y Feliz-Bella en su alcázar durante siete días y siete noches, y dió en honor suyo grandes fiestas, y los mandó a Kufa cargados de regalos y honores. Y destituyó al gobernador y nombró en su lugar a Primavera, padre de Feliz-Bello. Y así todos vivieron en el colmo de la felicidad durante una larga y deliciosa vida.
Cuando Schehrazada acabó de hablar, el rey Schahriar exclamó: "¡Oh Schehrazada! ¡Me encantó esa historia, y sobre todo, los versos me han exaltado hasta el último límite! ¡Pero me sorprende mucho no encontrar en ella los pormenores sobre aquella clase de amor que me hiciste prever!"
Y Schehrazada sonrió levemente, y dijo: "¡0h rey afortunado, precisamente esos pormenores están en la HISTORIA DE GRANO-DE-BELLEZA, que me reservo contarte si es que lo autorizas!"
Y el rey Schahriar exclamó: "¿Qué dices, ¡oh Schehrazada!? ¡Por Alah! Tengo un grandísimo interés por oír la HISTORIA DE GRANO-DE-BELLEZA. ¡Apresúrate, pues, a contarla!"
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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