dijous, 19 de març del 2020

LA 232ª NOCHE*


Y CUANDO LLEGÓ LA 232ª NOCHE
Ella dijo:

"...y no olvides las acertadas frases de uno de nuestros más exquisitos poetas:

¡Nuestro siglo recuerda aquellos tiempos delicados en que vivía el venerable Lot, pariente de Abraham, el amigo de Alah!

¡El anciano Lot tenía una barba cual la sal, que servía de marco a un rostro juvenil, en el cual respiraban las rosas!

¡En su ciudad ardiente, visitada por ángeles, hospedaba a los ángeles, y en cambio daba sus hijas a la muchedumbre!

¡El cielo mismo le libró de su antipática mujer, inmovilizándola al cuajarla en sal fría y sin vida!
¡En verdad os digo que este siglo encantador pertenece a los jóvenes!

Cuando Kamaralzamán oyó estos versos y comprendió su significado, quedose turbadísimo y se sonrojaron como una ascua sus mejillas; después dijo: "¡Oh rey! tu esclavo te confiesa su falta de afición a esas cosas a las cuales no pudo acostumbrarse. ¡Además, soy harto joven para soportar pesos y medidas que no podría tolerar la espalda de un ganapán viejo!”.

Al oír estas palabras, Sett Budur se echó a reír a carcajadas, y luego dijo a Kamaralzamán: "¡Verdaderamente, oh joven delicioso, no sé por qué te asustas! Oye lo que tengo que decirte respecto al particular: o eres un adolescente o una persona mayor. Si eres lo primero, o no has llegado a la edad de la responsabilidad, nada te podrán echar en cara; pues no deben censurarse ni considerarse con mirada dura y violenta los actos sin importancia de los menores; si tienes una edad responsable, y así me lo parece al oírte discutir con tanto raciocinio, ¿por qué has de vacilar o asustarte ya que eres dueño de tu cuerpo y puedes dedicarlo al uso que prefieras, y lo que está escrito sucede?

Sobre todo, piensa que yo soy el que debería asustarse, puesto que soy más pequeño que tú; pero yo me aplico estos versos tan perfectos del poeta:

Estando mirándome el niño, mi zib se movió. Entonces exclamó él: "¡Es enorme!" Y yo le dije: "¡Así es fama!"

El replicó: "¡Apresúrate a demostrarme su heroísmo y resistencia!" Pero yo le dije: "¡Eso no es lícito!" El me replicó: "¡Para mi es muy lícito! ¡Apresúrate a manejarlo!" ¡Entonces lo hice pero sólo por obediencia y cortesía!

Cuando Kamaralzamán oyó tales palabras y versos, vió que la luz se convertía en tinieblas delante de sus ojos, y bajó la cabeza, y dijo a Sett Budur: "¡Oh rey lleno de gloria! ¡Tienes en tu palacio muchas jóvenes y esclavas, y vírgenes muy bellas y tales como ningún rey de este tiempo las posee! ¿Por qué has de abandonar todo eso sólo por mí? ¿No sabes que te es lícito hacer con las mujeres cuanto pueda atraer tus deseos o alentar tu curiosidad y provocar tus ensayos?”

Pero Sett Budur sonrió, cerrando a medias los párpados y mirándole de reojo, y después contestó: "¡Nada más cierto que lo que dices, oh mi prudente visir tan hermoso! Pero ¿qué hacer, cuando nuestra afición varía de deseo, cuando nuestros sentidos se afinan o transforman, y cuando cambia la naturaleza de nuestro humor? Pero dejémonos de una discusión que no conduce a nada, y oigamos lo que dicen respecto a eso nuestros poetas más estimados. Escucha algunos de sus versos:

"Uno ha dicho:

¡He aquí los puestos apetitosos en el zoco de los fruteros! ¡Encuentras a un lado, en la bandeja de palma, los higos gordos, de trasero oscuro y simpático! ¡Oh! ¡Pero mira la bandeja grande en el sitio de preferencia! ¡He aquí los frutos del sicomoro, los frutos pequeños, de trasero sonrosado, del sicomoro!

"El segundo ha dicho:

¡Pregunta a la joven por qué, cuando los pechos se le endurecen y el fruto le madura, prefiere el sabor ácido de los limones a las sandías dulces y a las granadas!

"Otro ha dicho:

¡Oh mi única beldad! ¡Oh muchachito! ¡Tu amor es mi fe! ¡Es para mí la religión preferida entre todas las creencias!

¡Por ti he dejado a las mujeres, hasta el punto de que mis amigos han observado esta abstinencia, y han supuesto ¡ignorantes! que me había hecho monje y religioso!

"Otro ha dicho:

¡Oh Zeinab, de pechos morenos, y tú, Hind, de trenzas teñidas con arte! ¿No sabéis por qué hace tanto tiempo que desaparecí?

He encontrado las rosas -las que suelen verse en las mejillas de las jóvenes-, he encontrado esas rosas, no en las mejillas de una joven, ¡oh Zeinab! sino en las posaderas fundamentales y aterciopeladas de mi amigo. ¡He aquí por qué, ¡oh Hind! ya no podrá atraerme nunca tu cabellera teñida, ni tampoco, oh Zeinab, tu jardín arrasado, al cual le falta el vello, ni siquiera tus posaderas, demasiado lisas, que carecen de granulación!

"Otro ha dicho:

Cuida de no hablar mal de ese gamo joven, comparándole sencillamente, porque es imberbe, con una mujer. Es preciso ser un malvado para decir o pensar semejante cosa. ¡Hay diferencia!

En efecto, cuando te acercas a una mujer, es por delante; y por eso te besa en la cara. Pero el gamo joven, cuando te acercas a él, tiene que encorvarse, y de esa manera ¡figúrate! besa la tierra: ¡Hay diferencia!

"Otro ha dicho:

¡Oh hermoso niño, eras mi esclavo, y te liberté para utilizarte en ataques infecundos! Porque tú, siquiera, no puedes criar huevos en tu seno.

En efecto, ¡qué espantoso sería para mí aproximarme a una mujer virtuosa de anchas caderas! ¡En cuanto la cabalgase, me daría tantos hijos, que no podría contenerlos toda la comarca!

"Otro ha dicho:

Mi esposa me dirigió tantas miradas picarescas y se puso a mover las caderas con tanta elasticidad, que me dejé arrastrar a nuestro lecho; largo tiempo evitado. ¡Pero no pudo lograr que se despertase el querido niño a quien solicitaba!

Entonces me gritó, furiosa: "¡Si no le obligas inmediatamente a endurecerse para cumplir sus deberes y penetrar, no te asombres si mañana, al despertarte, eres cornudo!"

"Otro ha dicho

Generalmente se piden a Alah, mercedes y beneficios levantando los brazos. ¡Pero las mujeres son de otro molde! ¡Para solicitar los favores de su amante levantan las piernas y los muslos! El ademán es seguramente más meritorio, pues se dirige a sus profundidades.

Por último, otro ha dicho:

¡Que ingenuas son a veces las mujeres! ¡Como tienen trasero se figuran que nos lo pueden ofrecer en caso necesario, por analogía! ¡He demostrado a una de ellas, cuánto se equivocaba!

Esta joven había venido a buscarme con una vulva en verdad lo más excelente posible. Pero yo le dije: “¡No hago esas cosas de tal manera!”

Ella me contestó: “¡Si, ya lo sé, este siglo abandona la moda antigua! ¡Pero no importa! ¡Estoy al corriente!” ¡Y se volvió y presentó a mis miradas un orificio tan vasto como el abismo del mar!

Pero yo dije: “¡Te doy las gracias de veras señora mía, te doy mil gracias! ¡Veo que tu hospitalidad es muy amplia! ¡Y temo perderme en un camino cuya brecha resulta mayor que la de una ciudad tomada por asalto!”

Cuando Kamaralzamán oyó todos aquellos versos, comprendió que no había medio de equivocarse acerca de las intenciones de Sett Budur, a quien seguía tomando por el rey, y vió que no le serviría de nada resistirse más; y por otra parte, también sentía curiosidad de saber a qué atenerse sobre la moda nueva de que hablaba el poeta...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

*Aclaración
El traductor une en este capítulo las noches 231 y 232.


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