dissabte, 25 d’abril del 2020

LA 280ª NOCHE


Y CUANDO LLEGÓ LA 280ª NOCHE
Ella dijo:

Simpatía contestó a la pregunta del médico: "¿Cómo puedes interrogarme acerca del vino cuando el Libro es tan explícito sobre este particular? No obstante sus numerosas virtudes, está prohibido porque turba la razón y enardece los humores. ¡El vino y el juego de azar son dos cosas que debe evitar el creyente, bajo pena de las mayores calamidades!"

El dijo: "Prudente es tu respuesta. ¿Puedes ahora hablarnos de la sangría?"

Ella contestó: "La sangría es necesaria a cuantas personas tienen demasiada sangre. Debe practicarse en ayunas, un día de primavera sin nubes, ni viento, ni lluvia. Cuando ese día cae en martes, la sangría produce sus mejores efectos, sobre todo si tal día es el décimo séptimo del mes. Verdaderamente, nada hay tan bueno para la cabeza, los ojos y la sangre como la sangría. Pero nada peor que ella si se practica durante los grandes calores o los grandes fríos, o siendo sábado".

El sabio meditó un instante, y dijo: "Hasta ahora respondiste perfectamente; pero quiero hacerte todavía una pregunta capital, que nos demostrará si tu saber se extiende a todas las cosas esenciales en la vida. ¿Puedes hablarnos con claridad acerca de la copulación?"

Cuando oyó la joven tal pregunta, enrojeció y bajó la cabeza, lo cual hizo al califa creerla incapaz de responder. Pero no tardó en alzar la cabeza, y encarándose con el califa, le dijo: "¡Por Alah, oh Emir de los Creyentes! no atribuyas mi silencio a ignorancia sobre esta pregunta, cuya respuesta tengo en la punta de la lengua, y no quiero que salga de mis labios por respeto a nuestro señor el califa" Pero él le dijo: "Tendría un placer extremado en oír de tu boca tal respuesta. ¡Desecha el temor, pues, y habla con claridad!"

Entonces dijo la docta Simpatía:

"La copulación es el acto que une sexualmente al hombre y la mujer. Se trata de una cosa excelente, y son numerosos sus beneficios y virtudes. La copulación aligera el cuerpo y alivia el espíritu, aleja la melancolía, atempera el calor de la pasión, atrae al amor, alegra el corazón, consuela de la ausencia y hace recobrar el sueño perdido. Desde luego que nos estamos ocupando de la copulación de un hombre con una mujer joven; pero si la mujer es vieja, sucede todo lo contrario, porque entonces no hay fechoría que este acto no pueda engendrar. Copular con una vieja es exponerse a males sin cuento, entre otros, las afecciones de la vista, el dolor de riñones, el dolor de piernas y el dolor de espalda. ¡En una palabra, es peligroso! Conviene, pues, huir de ello como de un veneno sin remedio. ¡Para este acto debe escogerse una mujer experta, que comprenda al primer golpe de vista, que hable con pies y manos y que dispense a su propietario de tener un jardín y parterres floridos!

"A toda copulación completa sigue la humedad. Esta humedad se produce en la mujer a causa de la emoción que sienten sus partes honorables, y en el hombre por el jugo que segregan sus dos compañones. Este jugo va por un camino muy complicado. Porque el hombre posee una gruesa vena de la que nacen todas las demás venas. La sangre que riega todas estas venas, cuyo número es de trescientas sesenta, acaba por canalizarse en un tubo que termina en el compañón izquierdo. En este compañón izquierdo, la sangre, a causa de agitarse, acaba por clarificarse y transformarse en un líquido blanco, que se espesa merced al calor del compañón y cuyo olor recuerda el de la leche de palmera...

En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.


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