Y CUANDO LLEGÓ LA 257ª NOCHE
Ella dijo:
... en letras gordas sus diferentes destinos: Alepo, Damasco y Bagdad.
Apresurose entonces a subir a las habitaciones de su esposa, que le enteró de cuanto acababa de suceder y del grave inconveniente que había en contrariar a Grano-de-Belleza. Y el síndico dijo: "De todos modos, voy a tratar de disuadirle". Y llamó a Grano-de-Belleza y le dijo: "¡Oh hijo mío! ¡Alah te ilumine y te aparte de proyecto tan funesto! ¿No sabes lo que ha dicho nuestro Profeta? (¡sean con El la oración y la paz!): "¡Dichoso el hombre que se alimenta con los frutos de su tierra y halla en su mismo país las satisfacciones de su vida!" Y dijeron los antiguos: "¡No emprendáis jamás un viaje aunque sea de una milla!" Por consiguiente, hijo mío, te pido que me digas si después de estas palabras persistes en tu resolución".
Grano-de-Belleza contestó: "Sabe, ¡oh padre mío! que no quiero desobedecerte; pero si te opones a mi viaje negándome lo necesario, me quitaré este traje, me pondré el de los pobres derviches y recorreré a pie todos los países y todas las tierras".
Cuando vió el síndico que su hijo estaba dispuesto a partir a todo trance, renunció a contrariar su proyecto, y le dijo: "Entonces, ¡oh hijo mío! he aquí cuarenta cargas más; y así, con las otras diez que te ha dado tu madre, tendrás para cargar cincuenta camellos. En ellas encontrarás las mercancías adecuadas a las necesidades de cada una de las ciudades en que entres; pues no hay que tratar de vender en Alepo, por ejemplo, los géneros que prefieren los habitantes de Damasco; sería una mala especulación. ¡Parte, pues, hijo mío! y ¡Alah te proteja y te allane el camino! Y adopta precauciones, sobre todo al atravesar por el desierto del León, un sitio que se llama el valle de los Perros, guarida de bandidos salteadores, cuyo jefe es un beduino apellidado el "Rápido" por lo súbito de sus ataques e incursiones".
Y Grano-de-Belleza contestó: "¡Los sucesos buenos o malos vienen de mano de Alah! ¡Y haga yo lo que haga, no me pasará más que lo que se me tenga deparado!"
Como no se podía replicar a tales palabras, el síndico no dijo más; pero su esposa no descansó hasta hacer mil votos, y prometer cien carneros a los santones, y poner a su hijo bajo la santa protección de El-Sayed Abd El-Kader El-Guilani, abogado de los viajeros.
Después de lo cual, al síndico, acompañado de su hijo, a quien costó gran trabajo escaparse de los brazos de su pobre madre, que vertía sobre él todas las lágrimas de su corazón, fué a buscar a la caravana dispuesta ya. Y llamó aparte al anciano mokaddem de los camelleros y muleros, el jeique Kamal, y le dijo: "¡Oh venerable mokaddem, te confío este niño, pupila de mis ojos, y lo pongo bajo el ala de Alah y bajo tu custodia! Y tú, hijo mío -dijo a Grano-de-Belleza-, mira al que ha de hacer las veces de padre en ausencia mía. ¡Obedécele y nunca hagas nada sin consultarle!" Después dió mil dinares de oro a Grano-de-Belleza, y como último encargo le dijo: "¡Te doy estos mil dinares, hijo mío, para que puedas utilizarlos y aguardar con paciencia el momento más ventajoso para la venta de tus mercaderías, pues te guardarás muy bien de venderlas cuando estén en baja; has de aprovechar la ocasión en que los paños y otros géneros estén más en alza para colocarlos en las mejores condiciones!" Después de las despedidas, la caravana se puso en marcha y no tardó en estar fuera de las puertas de El Cairo.
Y ahora vamos con Mahmud-el-Bilateral. Al enterarse de la marcha de Grano-de-Belleza, se preparó también rápidamente, y en pocas horas tuvo a mulos y camellos cargados y ensillados. Y sin perder tiempo se puso en camino y alcanzó a la caravana a pocas millas de El Cairo. Y decía para sí: "¡Ahora, en el desierto, ¡oh Mahmud! nadie irá a denunciarte ni tampoco vendrá a vigilarte nadie! ¡Y sin temor a que te molesten, podrás deleitarte con ese muchacho!"
De modo que, desde la primera etapa, el Bilateral mandó armar sus tiendas al lado de las de Grano-de-Belleza y encargó al cocinero de éste que no se tomara el trabajo de encender lumbre, puesto que él había invitado a Grano-de-Belleza a compartir la comida en su tienda.
Y efectivamente, Grano-de-Belleza fué a la tienda del Bilateral, pero acompañado por el jeique Kamal, mokaddem de los camelleros. Y aquella noche el Bilateral nada sacó en limpio. Y al día siguiente, en la segunda parada, ocurrió lo mismo, y así todos los días, hasta la llegada a Damasco, porque Grano-de-Belleza aceptaba todas las invitaciones, pero iba siempre a la tienda del Bilateral acompañado del mokaddem de los camelleros.
Pero cuando llegaron a Damasco, en donde el Bilateral tenía, lo mismo que en El Cairo, Alepo y Bagdad, casa propia para recibir a los amigos...
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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