Ella dijo:
"No os citaré más que algunos rasgos principales.
"Cierto día, uno de los chambelanes del califa Moawiah fué a anunciarle que un graciosísimo cojitranco llamado Aba-Bahr ben-Kais estaba esperando a la puerta. Y el califa dijo: "llacedle pasar". Y el cojitranco entró, y el califa Moawiah le dijo: "Acércate para que me deleite con tus palabras". Y le preguntó: "¡Oh Aba-Bahr! ¿cuál es tu opinión acerca de mí?" Y respondió el cojitranco:
"¿La mía? Sabe, ¡oh Emir de los Creyentes! que mi oficio es afeitar cabezas, cortar bigotes, cuidar las uñas, depilar sobacos, afeitar ingles, limpiar los dientes, y en caso de necesidad, sangrar las encías; pero nunca haré ninguna de esas cosas en día de viernes, porque sería un sacrilegio".
Entonces el califa le dijo: "¿Y cuál es tu opinión acerca de ti mismo?" Y el cojitranco respondió: "Pongo un pie delante del otro y lo hago adelantar lentamente, siguiéndolo siempre con la vista".
El califa preguntó entonces: "¿Cuál es tu opinión acerca de tus jefes?" Y el otro contestó: "Al entrar los saludo con toda ceremonia, y aguardo que me devuelvan el saludo".
Entonces preguntó el califa: `¿Y cuál es tu opinión acerca de tu mujer?"
Y exclamó el cojitranco: "Dispénsame de contestar a eso, ¡oh Emir de los Creyentes!" Pero el califa insistió: "Te conjuro a que me contestes, ¡oh Aba-Bahr!'
Y entonces el cojitranco dijo: "Mi esposa, como todas las mujeres, fué creada de la última costilla, que es una costilla de mala calidad y toda torcida". Y el califa dijo: "¿Pero qué haces cuando quieres acostarte con ella?" Y el cojitranco respondió: "Le hablo con agrado para prepararla bien, después le doy dos besos en todas partes, para excitarla como es debido, y apenas está en la disposición que tú comprendes, la tumbo de espaldas y la cabalgo. Y entonces, cuando la gota de nácar se ha inscrustado en su cimiento, exclamo: "¡Oh Señor!, haz que esta simiente se cubra de bendiciones, y no le asignes una forma mala; modélala según la belleza!" Después me levanto para hacer mis abluciones; cojo agua con las dos manos, la hago correr por mi cuerpo, finalmente glorio a Alah por sus beneficios".
Entonces el califa exclamó: "En verdad, has contestado deliciosamente. Así es que quiero que me pidas algo". Y Aba-Bahr el cojitranco dijo: "¡Unicamente que la justicia sea igual para todos!" Y se fué. Y el califa exclamó: "¡Aunque en todo el reino del Irak no hubiera más que este sabio, bastaría con esto!"
"Reinando el califa Omar ibn-Al-Khattab, era su tesorero el anciano Moaikab..."
En este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.
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